viernes, 10 de diciembre de 2010

PLANES ESTRATÉGICOS, PROCESOS CIUDADANOS

Una de las ventajas de un plan estratégico en el ámbito cultural es la generación de procesos de participación ciudadana, liderados por personalidades indiscutibles y líderes de opinión, que a su vez trabajan con las dinámicas de consultoras profesionales especializadas. Esas entidades, casi todas de gestión privada y con cimientos en el tercer sector, poseen las herramientas para encausar debates previos a la definición de las líneas estratégicas necesarias para la reactivación cultural de la ciudad; y para crear una oficina técnica encargada del diagnóstico; el plan metodológico y la documentación que convertirá los problemas actuales en soluciones posteriores.

La mejor contribución que puede realizar una empresa consultora de ámbito privado a una comunidad autónoma, a un ayuntamiento, y en definitiva, a una ciudad, es la planificación consensuada de acciones que dinamicen el espacio público. Hablamos de consultoría estratégica, pero también de acciones cuya vigencia permanece intacta durante más de una década. Para ajustar, actuaciones más específicas e inmediatas, existen formulas como la realización de planes directores anuales, o planes de acciones municipales cada quinquenio.

Otra de las prerrogativas de un plan estratégico es capacidad de decisión para aplicar mejor los presupuestos públicos en materia cultural, a partir de argumentaciones contrastadas por expertos y de la carga conceptual generada durante todo el proceso, que es, por lógica, muy riguroso.

Los planes estratégicos, además, más allá de sus funciones son espacios de reflexión con una marcada dimensión participativa y que otorga legitimidad ejecutiva ante la búsqueda de resultados óptimos en la agenda y los espacios culturales de cualquier ciudad que, por extensión y con intención, podrían ser todos. La cultura, como demuestran los estudios recientes sobre consumo cultural y su impacto medible en la economía, el empleo, el espacio urbano y el surgimiento de emergencias artísticas que atienden sobre todo al ciudadano.


Tratar estratégicamente el rumbo de una ciudad, imaginar mejores escenarios y pensar a largo plazo, no es solo una reclamo lógico que ha distinguido a las ciudades avanzadas de Europa, sino un derecho de cada uno de los ciudadanos que las habitan. Para las instituciones públicas un plan estratégico, con la dimensión adecuada más que un gasto es una inversión que se recupera con facilidad mediante el turismo, el activismo de la ciudad y el protagonismo del sector privado. 



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